¡Envíos gratuitos por compras superiores a 49€!

El traslado de la Corte a Madrid contribuyó a que la Inquisición dejara su huella en muchos lugares de la ciudad. Uno de ellos fue la misma Plaza Mayor. Aunque en ella no se encendieron nunca las hogueras de la Inquisición sí fue escenario de Autos de Fe y era desde aquí desde donde partían a los quemaderos los condenados a muerte.

La Plaza Mayor tuvo su origen en un lugar conocido como «casas y laguna de Luján» situado a extramuros de la ciudad en la Baja Edad Media. Durante el reinado de Juan II fue conocida como Plaza del Arrabal y en la época de los Reyes Católicos se intentó reglar la actividad comercial que allí había. Juan Gómez de Mora fue su artífice y se terminó de construir en 1619. Años después, en 1673 fue reconstruida por el arquitecto Jiménez Donoso tras haber sido arrasada por un incendio. 

 En ella se celebraron cinco autos de fe con 162 penitenciados, de los que 29 fueron condenados a la hoguera. El primero se celebró el 27 de junio de 1621. Se juzgó a una mujer beata que resultó hereje y fue condenada a prisión perpetua, coraza y mordaza. Desde 1642 a 1809 tuvieron lugar en la Plaza Mayor un total de 359 ejecuciones, a garrote vil o en la horca.

Los usos que se le han dado a la plaza más emblemática de la ciudad han sido muy variados. Ha sido admirada por sus dimensiones, su regularidad y por sus balcones, que lo mismo se engalanaban con colgaduras bordadas en hilo de oro para los festejos, como lucían crespones negros por los sucesos trágicos que allí ocurrían.

Y es que en esta Plaza Mayor se representaban obras teatrales, se hacían bailes, verbenas y mascaradas, se corrieron toros, se lucieron fuegos y luminarias pero también fue la antesala de la hoguera de las víctimas de la Inquisición, que partían desde allí hasta su triste destino. 

Más información en «La Inquisición en Madrid» de Amalia Fernández.