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La Farmacia de la Reina Madre, situada en la calle Mayor 59, no es sólo la farmacia más antigua de Madrid, sino que también es la tienda más vetusta de la Villa y Corte. Fue instaurada en 1578 por un alquimista veneciano en la calle Sacramento, junto a la residencia de Iván de Vargas, pero la casa del alquimista tuvo que ser derribada para que pasara por esa calle la procesión del Santísimo.

Se llama Reina Madre porque fue dedicada a Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V. Además de abastecer a la Casa Real aquí se vendían las primeras quinas traídas de América junto con principios activos, drogas, píldoras áureas y extraños productos como el castoreo, la piedra imán y el grimoso extracto de momia egipcia.

Han conservado 1600 recetas antiguas, una de ellas a nombre de Miguel de Cervantes y también todas las facturas a nombre del infante don Luis y de otros personajes célebres, lo que permite reconstrucciones de historiales médicos.

En los inicios del S. XVIII comenzaron a fabricar la «pomada de la reina», por encargo de Mª Luisa, primera esposa de Felipe V. Fueron los primeros en vender agua mineral y en el S. XIX esta botica sirvió de escenario de tertulias liberales. Cuentan que el político Salustiano Olózaga pudo escapar de sus enemigos a través de un pasadizo subterráneo que comunicaba la farmacia con la Vega del Manzanares.

La Farmacia de la Reina goza de una ubicación privilegiada, un precioso edificio modernista de 1914 obra de José Carrasco que está decorado con alegorías de la farmacia. Los zócalos son de azulejos de Talavera. En cuanto al botamen, hay albarelos, pildoreros y toneletes de cerámica azul y blanca talaverana del siglo XVIII y otros del Buen Retiro y de La Granja. También conservan un bote del S. XVI con el escudo de los Reyes Católicos. La familia Cid regenta hoy esta botica que aloja este gran museo.

Más información en Tiendas de Madrid de Carlos Osorio y Álvaro Benítez.