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La plazuela del Biombo es uno de esos enclaves de Madrid que sorprenderá al turista o paseante sin más. Por su tranquilidad, pareciera que recorremos una placita de algún pueblo y, sin embargo, se encuentra a la espalda de la calle Mayor.

Esta singular placita se ubica en lo que fue la colina primitiva de San Nicolás de los Servitas, donde se encuentra su iglesia con su torre mudéjar que, por cierto, es una de las más antiguas que se conservan en Madrid.

Hasta ella se llega por callejuelas que no parecieran de este tiempo. Son tranquilas, serenas y sin tráfico rodado. Las calles de Luzón, San Nicolás, Vergara o Lepanto forman el núcleo de este antiguo Madrid, cuando era poco más que una ciudadela adosada al «castillo famoso».

Hubo un tiempo en que pasaban por allí más de uno que iba buscando la predicción del tiempo. Y es que allí estaba instalada la administración del Calendario zaragozano, cuyo prestigio era que daba el pronóstico meteorológico de todo un año.

La razón de su nombre tiene dos explicaciones. La primera dice que había un biombo de terciopelo oscuro que ponían las monjas del convento de Santa Clara a la entrada de la iglesia y allí se colocaba la hermana limosnera para repartir las sobras de la comida a los más necesitados. La otra versión alude al zigzag de las calles adyacentes que formaban una figura similar al «biombo chino».

Más información en Pasajes históricos de Madrid de Angel J. Olivares Prieto.