La tercera fase que culminará la construcción del Museo de Colecciones Reales acaba de comenzar tras recibir 45 millones de euros del Ministerio de Hacienda. Su enclave se encuentra en la explanada situada entre el Palacio Real y la Catedral de Nuestra Señora de la Almudena.
La nueva etapa durará tres años y cada uno de ellos contará con un presupuesto de 15 millones. La idea es que se acometan las obras de las cubiertas, fachadas e infraestructuras del museo de 40.500 metros cuadrados dispuestos a lo largo de un frontal de casi 150 metros.
Contará con un acceso principal por la explanada de la Armería contigua a la Catedral. El interior acogerá 42 colecciones de tapices, carruajes, objetos suntuarios, armas, instrumentos musicales, pintura, escultura y fotografía. Todos los elementos son de incalculable valor ya que han formado parte de la historia de la Corona española.
El museo constará de seis plantas. La primera estará bajo cota y será la destinada a albergar en exposiciones temporales entre 60 y 124 tapices de la colección de 3200 unidades con las que cuenta el ajuar palaciego. La planta dispone de 1700 metros cuadrados y una altura de ocho metros para poder alojar los grandes tapices.
En la segunda planta en descenso se podrán ver objetos suntuarios artísticos, pintura y escultura, la colección de violines stradivari, además de vajillas, fotografías y películas. La tercera mostrará la colección de carruajes, considerada la más importante de Europa. También habrá un espacio destinado a almacenes para depósito y tratamiento de los objetos. Y la sexta planta será un estacionamiento para un centenar de vehículos.
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Inaudito que en un solar de tan alto valor histórico se edifique, y más este bodrio antiestético. Las comparaciones con los edificios colindantes resultan odiosas, por no hablar del destrozo de las vistas de la atalaya del palacio desde el río.
Estoy de acuerdo con Manuel y añado más;pues es incomprensible que no haya habido quejas ni oposición a semejane desaguisado. Desde luego es lo que los apáticos madrileños nos merecemos, que por nuestra presunción de acoger a todos y a tantos , ya no somos de nada ni de nadie, despreciendo el incompareble legado de la ciudad.