La Gran Vía nacía justo en el momento en que se consolidaba el séptimo arte como espectáculo de masas. Fue por eso por lo que no quiso perder la ocasión de acoger a los grandes palacios donde se proyectaban los estrenos más esperados.
Muy pronto, la ahora centenaria vía, se convirtió en la versión madrileña de la neoyorkina Quinta Avenida. Tanto es así, que en los años dorados de Hollywood, Ava Gadner, Marlen Dietrich, Audrey Hepburn o Grace Kelly se pasearon por los luminosos de esta arteria en más de una ocasión.
Imagen de la Gran Vía en "Cierra los ojos"
Pero la Gran Vía nunca dejó de ser escenario cinematográfico. En los últimos años cineastas como Alex de la Iglesia, Julio Médem, Iciar Bollaín o Alejandro Amenábar la eligieron para sus películas. Todos recordamos la imagen de una Gran Vía desierta en «Cierra los ojos».
Algunos de los sitios íntimamente relacionados con las grandes estrellas hollywoodienses ubicados en la Gran Vía son el «Bar Chicote» o la tienda situada justo enfrente, la ya desaparecida, «Samaral». Por aquella zona era habitual el trasiego de actrices célebres, razón por la que el modisto Balenciaga instaló su taller de costura en el número 9 de esta legendaria calle.
Un ejemplo de escenario de cine es el Pasaje del Comercio (Montera 33). Allí trabajaba José Luis López Vázquez cuando daba vida al protagonista de «El Pisito», aquella película en la que el joven tenía que casarse con una anciana para conservar los derechos de inquilino de la vivienda. Este pasaje se puede reconocer a través de los ventanales de la oficina donde trabaja el muchacho. Años después, Fernando Colomo volvía a elegir este lugar para su película «La vida alegre», donde Massiel ejercía el oficio más antiguo del mundo.
Si tuviéramos que recorrer todos los puntos de esta calle donde se han rodado secuencias de cine o por donde han pasado las grandes estrellas de este arte, tendríamos que escribir un libro, precisamente el que recomendamos, «Madrid de las estrellas».
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