Inaugurado el 5 de junio de 1929, por el Frontón Madrid pasarían las mejores mujeres que se dedicaban al deporte de la raqueta de aquel momento. Sería Carmencita la Bolche quien, con falda plisada y pelo perfectamente ondulado, debutó aquel día que haría historia para el deporte femenino.
Fue Ildefonso Anabitarte, un pelotari convertido en empresario, quien tuvo la idea de comprar el Frontón Moderno situado en la calle Doctor Cortezo. Lo demolió y en su lugar levantó el Teatro Fígaro y justo enfrente mandó construir el conocido como Frontón Madrid.
Aquel espacio destacaba por la luz natural que se colaba entre las vidrieras de colores. Tenía peluquería, salón de té, terraza y restaurante; más de lo que la mujer de aquellos años pudiera imaginar. Chiquita de Anoeta, Pilarín o Cari son sólo algunos ejemplos de raquetistas que pasaron por allí.
Eran chicas modernas, jugaban todos los días (salvo los de la menstruación) y cobraban una tarifa por partido, llegando a jugar hasta tres al día. Durante el franquismo, estas mujeres perdieron muchas de sus licencias, porque ese deporte no se consideraba apropiado para las féminas.
En sus últimos años, el Frontón Madrid albergó combates de boxeo y conciertos de rock. Fue perdiendo fuelle hasta que en 1981 se cerró y, finalmente, el edificio fue adquirido por una inmobiliaria. En la actualidad, su fachada está protegida pero en su interior se proyecta construir un hotel y un aparcamiento.
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A ver si es verdad que le dan una utilidad antes de que se venga abajo su fachada. Es otro edificio protegido que, de momento, no se proteje.