Hubo un tiempo, exactamente siglo y medio, en que se consideró las afueras de Madrid al barrio de Salamanca. Aunque esto hoy parezca una broma, el distrito en el que hoy viven alrededor de 147.000 personas fue diseñado en su día como una ampliación urbanística.
Será el ingeniero Carlos María de Castro quien se encargue del ensanche, como fue conocido a partir de entonces. Este proyecto suponía multiplicar por tres las dimensiones de la ciudad. De las antiguas 800 hectáreas de superficie se pasó a 2294 y Madrid pasó a ser más moderna y funcional.
Fue así como surgieron, a golpe de tiralíneas, los barrios de Salamanca, Chamberí, Vallehermoso, Retiro, Delicias y Arganzuela. A éstos se añadirían los de Alfonso XII y Argüelles, edificados sobre antiguas posesiones de la Corona.
El barrio de Salamanca será concebido para ser un barrio residencial, según los criterios de zonificación social del anteproyecto. Allí vivirán las gentes acomodadas pertenecientes a clases altas y medias de la ciudad, lo que contribuirá a crear una imagen propia caracterizada por el dinamismo comercial y económico.
En un principio, este barrio fue organizado administrativamente como Distrito de Buenavista. Por allí pasaron aristócratas, financieros, comerciantes, escritores, etc. En sus calles floreció un comercio especializado en el lujo y el glamour y los sectores profesionales. Después de la guerra civil se asentaría una incipiente clase media que empezaba a despuntar.
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