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En el Siglo XVII, tan lejano de los modernos hospitales donde hoy  vienen al mundo los bebés, vivía en la Villa de Madrid una andaluza singular conocida con el sobrenombre de “la comadre”, aunque algunos puntualizaban aún más llamándola “la comadre de Granada”. Cuando la granadina era reclamada para asistir a alguna parturienta, antes de salir de casa, colocaba en una redoma con agua un capullo de rosa o alguna otra flor del tiempo, ante la estampa de una Virgen, y es tradición que la flor iba abriéndose a la contemplación al mismo tiempo que el niño iba saliendo a la vida.

Si la comadre de Granada hubiese querido darse aires de importancia, habría colocado sobre su puerta el letrero de “Partera Real” y no hubiese mentido, muchos se han “apellidado” de esta forma con menos fundamento. Pero Amparo era una mujer humilde que asistía con el mismo interés al nacimiento de un plebeyo que al de un real infante y contaban que la rosa se abría de igual modo para uno que para otro. Sin embargo, de su paso por el Alcázar nos hablan los libros.

La calle donde vivió esta afamada andaluza se llamó durante mucho tiempo Calle de la Comadre y en la actualidad Calle del Amparo y se ubica en el castizo Lavapiés.

Extracto de nuestro libro: «Relatos del Viejo Madrid«

Calle del Amparo, Madrid