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Entre los años 1797 y 1798 el viajero alemán Christian Fischer hizo un comprensivo y vivo relato de su experiencia en Madrid, un testimonio en primera persona que nos dibuja aquella ciudad de algo más de 130 mil habitantes (sin contar las guarniciones de soldados, ni enfermos en hospitales ni tampoco niños) que ya era la capital de todo el país.

 Para pasar la noche Fischer se instaló en la Fonda de la Cruz de Malta, esto es lo que escribió de ella:

«Realmente sólo hay una posada, se llama la Cruz de Malta y está en la Calle Alcalá. En ella no hay nada que se eche en falta, sólo una mayor amplitud. Es también el restaurante más grande de Madrid. En la mayoría de las calles se pueden encontrar otras fondas más pequeñas pero la compañía no es siempre de la mejor clase: arrieros, vendedores ambulantes y soldados. También existen casas donde sólo alquilan camas. En grandes carteles de anuncio se lee: ‘Aquí se alquilan camas’. El precio de una sucia y mala cama sin vela cuesta alrededor de un real por noche pero con vela y sábanas limpias el precio se duplica”.

De este alojamiento, Daniel Moldenhawer comentó en 1782 “No había aseos cada uno elegía un lugar en el pasillo, lo más próximo posible a su puerta para hacer sus necesidades.

Texto incluido en nuestro libro ‘Historias y Anécdotas de las Fondas Madrileñas, de Peter Besas.