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ripHoy, como era previsible, vamos a contar una de cementerios. Pero vamos a escaparnos, por un momento, de ese carácter fúnebre que rodea a la muerte y, ¿por qué no? ya que estamos en Halloween, optamos por algo de «humor» aunque algo macabro.

Trasladaremos aquí algunos de los epitafios más curiosos que hemos encontrado en los cementerios madrileños: Lápida de una mujer en el cementerio de la Almudena (se la puso su marido): «Enseguida estoy contigo«. No fue tan rápido porque murió veinte años después a lo que algún familiar con guasa le puso: «Ya pensé que no venías».

En este macrocementerio encontramos otras frases cuando menos, graciosas, algunas de ellas relacionadas con la economía doméstica: «Aquí estoy con lo puesto y no pago los impuestos», «Por fin he dejado de pagar facturas», «Si sois inspectores de Hacienda, lo siento, no les puedo atender».

Es difícil encontrar epitafios ocurrentes en enterramientos antiguos de personas anónimas, uno que nos ha llamado la atención: «Aquí yace Anselmo Pasamontes Potenciano, falleció el día 14 de abril de 1895,a  la edad de 27 años. Tú que pasas por aquí y me bes (con b) cadáver feo, yo me vi cual tú te bes (con b) y te verás cual me beo (otra vez con b)».

En la sacramental de San Justo está enterrado el dramaturgo y político Adelardo López de Ayala, presidente de las Cortes. Cuenta con un gran panteón en el que dice «Ayala» aunque se dice que él había encargado a su amigo el compositor Arrieta que le pusiera en su epitafio: «Ayala ya no tose». Parece que el amigo no cumplió con la petición del finado.

Más información en «Madrid para morirse… de risa y de asombro» de Ángel del Río.