En la esquina de la calle de Alfonso II y el Paseo de la Infanta Isabel se alza el Museo Nacional de Antropología. Fue creado por el catedrático de medicina don Pedro González de Velasco que lo abrió gracias a su colección particular de anatomía e historia natural. Llamaba la atención el gran número de piezas de las culturas primitivas de los cinco continentes que había conseguido.
Dicho museo fue inaugurado por Alfonso XII en 1875 con el nombre de Museo Antropológico. El edificio es obra de Francisco de Cubas (marqués del mismo nombre), tiene fachada neoclásica con un pórtico de orden jónico rematado por un frontón triangular. El cuerpo lateral izquierdo alberga las aulas para los estudiantes y el derecho, las habitaciones privadas del médico.
El doctor Velasco y su esposa tenían una única hija: Conchita, una niña que a los quince años contrajo unas fiebres tifoideas. El doctor Velasco, en contra de las recomendaciones de otros médicos, decidió tratarla él mismo con un remedio a base de vomitivos y purgantes. No sólo no se curó sino que la joven sufrió mucho y finalmente murió.
El doctor Velasco enloqueció, se echó la culpa de lo sucedido y acabó encerrándose en su vivienda del museo. Obtuvo un permiso especial (gracias a su profesión) con el que pudo conservar el cadáver de su hija en casa. La embalsamó y la vistió de novia.
No sólo eso, sino que la expuso en una vitrina y la sentaba a la mesa para comer y cenar. Se llegó a decir, incluso, que la llevaba a la ópera oculta en un carruaje. Convirtió su vivienda en un santuario colocando retratos suyos por todos lados. El servicio de la casa comenzó a extender los rumores de esta extraña conducta del doctor, siendo un chisme que circulaba por toda la ciudad.
Para tranquilidad de la esposa, finalmente, el doctor Velasco enterró a su hija en el patio central del museo. Al fallecer éste, fue embalsamado también y enterrado junto a su hija. Pasaron algunas años hasta que la viuda ordenó la exhumación del cadáver de su hija para ser enterrada en el cementerio de San Isidro. Por razones desconocidas, el cuerpo de la joven no está en dicho cementerio sino en una de las aulas- museo del departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.
Más información en «Madrid curioso», de Mª Isabel Gea Ortigas.
En realidad, Conchita sí está en el cementerio de San Isidro, y hay una serie de documentos que así lo demuestran. La leyenda de que está en Medicina sería asunto para otro post 🙂 Una pista: su aparente novio también acabó un poco perturbado como el padre.
Efectivamente, en la Sacramental de San Isidro de Madrid así consta. Su madre decidió inhumarla de nuevo, en secreto y contraviniendo las disposiciones legales de su esposo, D. Pedro González Velasco. Pero nadie puede asegurar que la momia que allí se llevó fuera realmente la de María de la Concepción González Pérez, la hija de Pedro y Engracia. A lo largo de generaciones, en la Facultad de Medicina de Madrid se ha transmitido con fuerza la idea de encontrarse allí, en uno de los dos museos anatómicos que existen. Era conocido que su prometido (y discípulo de Velasco), Teodoro Muñoz Sedeño se llevó la momia de su prometida, vestida con un historiado traje blanco de la Purísima. No le sería difícil haberle dado el cambiazo a su madre, en tanto que profesor ayudante de Técnica Anatómica. Santiago Grisolía, el famoso investigador, entre otros, dejó constancia escrita de haber visto la momia vestida de blanco. Por otra parte, existen fundadas dudas de que la que hoy día se exhibe (desprovista de su vestido) fuera la de Concha González. Una foto de prensa en los años cincuenta la muestra desnuda; nada que ver con la que vió el profesor Grisolía. ¿Qué se hizo «de la momia vestida», que aún existía en la década de los sesenta?. El misterio prosigue…
Recomiendo el libro «El doctor Velasco: Leyenda y realidad del Madrid decimonónico», Editorial Creación, Madrid, 2012. La investigación más seria disponible hasta la fecha. En efecto, falta la última palabra sobre la famosa leyenda.