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Los años treinta del siglo pasado fueron tiempos de cambio a distintos niveles. El nuevo lenguaje y los símbolos de la vanguardia se habían ido instalando en los espacios públicos y privados de los madrileños. La ciudad se iba transformando en una metrópolis moderna.

La extensión del cinematógrafo en la década de los veinte dio lugar a la aparición de locales para este fin, que fueron construidos bajo las premisas de la Nueva Arquitectura. Algunos de esos cines habían incorporado en sus rótulos o en su arquitectura, elementos relacionados con la nueva sensibilidad vanguardista.

Los cines no fueron los únicos símbolos de la renovación arquitectónica. También algunos bares adoptaron los nuevos aires sustituyendo a los antiguos cafés. Los tradicionales cafés, sedes de tertulias de ritmo decimonónico fueron desapareciendo en aras de espacios públicos conocidos como cóctel- bar o bares, de inspiración norteamericana.

Estos nuevos locales impulsaban otro tipo de vida social, donde se establecían relaciones más mundanas, más rápidas. Su mobiliario era metálico, moderno, los rótulos de las fachadas y la iluminación interior, las cocteleras, las copas de colores, las bebidas desconocidas… todo ello era una proclama de modernidad.

El bar más conocido que adoptó esta estética fue el popular Bar Chicote, en la Gran Vía, verdadero tenplo de la modernidad construido por Luis Gutiérrez Soto en 1931. Al año siguiente, este arquitecto construyó el Bar Aquarium , en la calle de Alcalá y el Bar María Cristina, en la calle Mayor.

Estos trabajos impulsaron la creación de nuevos bares de similares características, todos ellos caracterizados por el eclecticismo racionalista- decó, que contribuyeron a la expansión de la Nueva Arquitectura por Madrid, de la mano de arquitectos pertenecientes a la generación de 1925.

El Café Negresco, en la calle de Alcalá, el Bar Tánger de la Gran Vía construido en 1935 o el Dancing Salón de Té Casablanca en la Plaza del Rey fueron algunos ejemplos que respondían a las nuevas necesidades de ocio nocturno de los madrileños, surgidos bajo las nuevas influencias estéticas de la Nueva Arquitectura.

Más información en Madrid y el Arte Nuevo (1925- 1936) Vanguardia y Arquitectura, de Fernando Castillo Cáceres.