En 1770 se empezó a construir un canal que haría que el Manzanares fuera navegable por unos años. La idea partió de una iniciativa privada y después continuó el Estado, debido al interés que suscitó el proyecto.
El Real Canal del Manzanares tuvo 21 kilómetros de recorrido que discurrían de forma paralela al río entre el Puente de Toledo y Rivas Vaciamadrid atravesando lugares como la Cañada Real Galiana, el Abroñigal o Perales del Río.
Parece que Carlos I y Felipe II ya pensaron en esta idea, pero fue Carlos III quien inauguró el proyecto. El canal tuvo dos embarcaderos, el de Madrid (desaparecido por completo) y el de Rivas, del que sólo queda una fotografía.
El canal no llegó hasta el Tajo, como estaba previsto, aunque funcionó durante casi un siglo hasta 1860. Muchos fueron los factores que impidieron su desarrollo total, como la Guerra de la Independencia, la pérdida de las colonias y la llegada del ferrocarril.
Fue precisamente la construcción de las vías del tren a Aranjuez, en pleno del siglo XIX, lo que causó daños importantes a esta obra de ingeniería civil. Lo que un día fue concebido como un proyecto novedoso, años después sólo serviría como acequia de riego para las huertas próximas.
El Real Canal impulsó la industria relacionada con los materiales de construcción como el papel, la pólvora, los gusanos de seda para la Real Fábrica de Tapices y caolín para la fábrica de Porcelanas del Buen Retiro. Además se construyeron varios puentes de los cuales aún se conservan el de los arroyos del Congosto y el de Los Migueles.
Hoy, la Plataforma de Amigos del Real Canal del Manzanares tiene como objetivo proteger los restos que se sobreviven y que tienen un índice de protección muy bajo. Esta plataforma intenta difundir esta historia con el ánimo de que alguna vez el río Manzanares pueda volver a ser navegable.
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