El origen de los pasajes comerciales en Madrid se remonta a la monarquía de Isabel II. Tras una economía aletargada por la monarquía absoluta fernandina, el rumbo de España cambia por la desamortización de los bienes eclesiásticos realizada por Mendizábal en 1836 y por la desamortización general de Madoz en 1855.
Estas operaciones posibilitan nuevas oportunidades a la iniciativa privada. En el Madrid isabelino se hizo la primera reforma de la Puerta del Sol y, como consecuencia, los primeros comerciantes se asentaron en las zonas aledañas, que fueron los que crearon las primeras galerías comerciales de la ciudad.
Los dos primeros pasajes construidos en Madrid serán el de San Felipe y el de Mateu. Ambos se levantaron en solares ocupados hasta ese momento por conventos y ambos son un ejemplo de cómo la ciudad isabelina crecía y se expansionaba creándose negocios, mercados o pasajes comerciales.
El pasaje de San Felipe fue el pionero. Se levantó en 1839 y fue uno de los primeros mercados cubiertos de la ciudad. Se encontraba entre la calle de Bordadores y la de Hileras. Además del mercado se construyó un pasaje comercial que obtuvo el mismo nombre. El objetivo era impulsar la afluencia de público, reticente al principio.
Disponía de tres entradas, dos por cada una de sus calles y la última por la plazuela de Herradores. Tenía una galería de 240 pies de longitud, pavimento de losas cuadradas y cubierta de cristales. Estaba concebido como un espacio multicomercial que ofrecía una oferta muy diversa. Además contaba un gabinete de lectura de periódicos y locales de alquiler para despachos de empresas.
Más información en «Los pasajes comerciales de Madrid (1839-1901). Una precoz incitación al consumo», de Carmen del Moral Ruiz.
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