Hablar de Chicote implica evocar al bar americano por excelencia de Madrid. No sería justo, sin embargo, pasar por alto a su hermano contemporáneo, el Pidoux. Pero hoy nos detendremos en el primero, todo un símbolo en la Gran Vía y en la capital, en general.
Pero Chicote no sería nada si no fuera por su dueño, Perico Chicote. Aquel niño que nació en Madrid en 1899 empezó siendo mozo de mercado, a los once años ya repartía telegramas y a los diecisiete aprendió los secretos de los cócteles en el Hotel Ritz.
Tras su paso por la Guerra de Marruecos, donde se erigió como rey de las cantinas, pasó por distintos mostradores de Madrid donde aprendió el arte de ser barman y a la altura de 1931 abrió su primera coctelería en la Gran Vía, que la llamó Chicote.
Por allí desfilaron las más destacadas estrellas del cine norteamericano, como Ava Garder, Audrey Hepburn o Grace Kelly. Pero también escritores de la talla de Ernest Hemingway o cantantes como Frank Sinatra, sin olvidarnos de miembros de las realezas o el mismo presidente de los EEUU, Eisenhower.
En 1947 se abrió el Museo Chicote en el sótano del local que albergaba una espectacular colección de más de 18.000 botellas de licor procedentes de cualquier rincón del mundo. Pero el esplendor de este bar empezó a decaer en la década de los setenta y cayó en picado con la muerte de su impulsor, en 1977.
Dos años después de fallecer, uno de sus herederos vendió el Museo a Rumasa. Durante algún tiempo, Ruiz Mateos decidió que la exposición de licores se pudiera ver en un local acondicionado en las Torres de Colón. Pero tras la expropiación de esta empresa, el legado de Chicote pasó a manos de un particular del que jamás se supo el nombre.
Desde 2001, la dirección del Chicote pasó a nuevas manos. Todavía se conserva la barra y el mobiliario, que fueron diseñados por Luis Gutiérrez Soto. Con los nuevos tiempos se han rescatado -a su medida- el espíritu y el esplendor que tuvo en su día este emblemático bar.
Más información en «La Gran Vía. 100 años de historia», de Mª Isabel Gea Ortigas.
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