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Para conocer al que pudiera considerarse el primer cronista oficial de la Villa tenemos que remontarnos al S. XIX. En medio de una sociedad zarandeada por las convulsiones políticas, las enfermedades endémicas y las hambrunas surge uno de esos hombres singulares que destacan en la historia. Nos referimos a Don Ramón de Mesonero Romanos.

Nació en 1803 en la calle que hoy lleva su nombre. Muy pronto tuvo que hacer frente al negocio que su padre había dejado al morir. Pero su verdadera vocación será la de escribir. Con sólo 19 años debuta en el mundo literario con «Mis ratos perdidos, o bosquejo de Madrid 1820-21» al tiempo que colabora en el periódico «El Indicador de las Novedades».

Aunque nunca se aleja del teatro clásico español, se volcará en la historia de Madrid. En 1831 publica «Manual de Madrid», una completa guía urbana con todo lujo de detalles sobre todo tipo de parajes de la villa: plazas, calles, monumentos, centros administrativos, deportes, etc.

Mesonero dedicará buena parte de su tiempo a observar a las gentes del Madrid de entonces. Comienza a escribir bajo el seudónimo de «El curioso parlante» y en lo sucesivo escribirá una serie de artículos costumbristas que recogerá bajo el título de «Escenas matritenses».

Pero además de escribir, Mesonero Romanos participa en la vida de Madrid desde diversos frentes. Colabora en la fundación del Ateneo, en la reapertura del Liceo Científico y Literario y con la Sociedad Económica Matritense, participa en la creación de las Escuelas de Párvulos y dirige el Semanario Pintoresco impulsando la actividad de la prensa literaria de la capital creando un estilo inconfundible.

A la altura de 1846 es nombrado concejal y lo primero que hace es presentar un «Programa de mejoras generales de Madrid» en el que plantea las necesidades más urgentes de la villa, como nivelar terrenos, sanear el barrio de La Morería, prolongar el Salón del Prado, etc. Hizo todo lo que pudo por Madrid durante los años que estuvo en ese cargo.

En 1861 publica un libro evocando el Madrid que había conocido: «El antiguo Madrid. Paseos histórico- anecdóticos por las calles y casas de la Villa». Durante sus últimos años se dedica a recoger los recuerdos de la realidad social madrileña que vivió en «Memorias de un setentón». Un hombre ligado de manera intrínseca a la historia de Madrid.

Más información en «Treinta hombres que hicieron Madrid (1750- 1950)» de Armando Vázquez Crespo.