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El Belén del Príncipe es una de las auténticas joyas dentro de la historia del belenismo. El rey Carlos III tuvo la feliz iniciativa de obsequiar a su hijo el príncipe Carlos con un belén de figuras napolitanas y con posterioridad españolas. Según consta en los archivos del Palacio Real este belén constaba casi de 6.000 figuras de las que lamentablemente solo se conservan 89, en su mayoría elaboradas en Nápoles.

Las figuras, de una gran belleza tienen una altura entre 35 cm y 45 cm, con posturas diversas y cuerpo de estopa y alambre para facilitar el movimiento. Otros materiales empleados son la madera que afectan fundamentalmente a la cabeza, brazos, manos, piernas y pies. Es una pena que el mayor número de piezas originales se han ido perdiendo a lo largo de los años, figurando algunas en otras localidades hispanas en distintas colecciones y museos.

Es curioso que el belén, cuando llegaba la época de su instalación, intervenía con entusiasmo toda la corte, desde los oficios más humildes hasta los propios reyes. Por ejemplo, el mismo Carlos III confeccionaba ladrillos y María Amalia de Sajonia, su esposa, además de las damas de la Corte, la vestimenta o el atuendo. Lo que es cierto es que cada año el Palacio programa escenarios diferentes en los que las escenas principales son las del Misterio del Movimiento de Jesús en el que aparecen las figuradas del Niño desnudo y San José y la Virgen ataviados con trajes de seda. Otra escena bastante relevante es la comitiva de los Reyes Magos con figuras de una gran belleza que proceden de Génova y Nápoles .

En la Comunidad de Madrid una de las tradiciones que se va imponiendo es la de los belenes vivientes como en Colmenar de Oreja, Valdilecha, Buitrago de Lozoya, El Escorial y el Berrueco. Los pastores bailan “la Pastorela” (canto semejante a los que entonan los pastores).

Texto incluido en el libro ‘La Navidad en Madrid‘