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Hoy convertida en el paradigma del Madrid más turístico, repleta de terrazas, vendedores ambulantes y artistas callejeros, esta céntrica explanada, latido de la Villa durante siglos, tuvo hasta hace no mucho una vida relajada, llena de sombras y vegetación.

En 1930, fecha a la que nos traslada esta fotografía, la Plaza Mayor era un espacio mucho más pensado para el uso y disfrute del peatón. Jardines, bancos…los vecinos pasaban las horas en ella entre conversaciones mientras los más pequeños disponían aquí su campo de juegos. Un realidad radicalmente opuesta a la que disponemos en la actualidad.

Un espacio con refrescantes sombras, con una flora variada, con surcos que pasear y por los que perderse. Un aspecto totalmente contrario al que vemos hoy en día, donde sólo parece haber hueco para los turistas llegados de cualquier rincón del mundo.

Fotografía incluida en el libro ‘Madrid 500 fotografías antiguas’