Los viejos cafés del romanticismo fueron durante el siglo XIX y la mitad del XX, reunión de políticos, revolucionarios, intelectuales, poetas, literatos, artistas, empresarios, noctivagos, pierdetempistas, conspiradores y aristócratas. También la clase popular fue espectadora de tertulias encendidas, discusiones subidas de tono o debates sesudos que se oreaban al humo de una taza de café. En estos viejos escenarios, sobre una mesa de mármol, nacieron discursos incendiarios, proclamas con olor a sangre, obras importantes de nuestra literatura, artículos para la discordia, peleas entre escritores, retos a duelo, citas de amores clandestinos. ¿Te imaginas poder visitarlos de nuevo?
Los viejos cafés eran un microcosmos donde todo giraba en torno a las tertulias y a los tertulianos. De la mano del autor, en este ‘Los Viejos Cafés de Madrid’, hacemos un recorrido nostálgico, íntimo, ameno y detallado por aquellos románticos cafés que fueron desapareciendo a medida que el progreso sacaba los veladores y la tertulia a la calle, y el reloj del hombre del siglo XX no concedía espacio para la charla reposada, para hablar y discutir sobre una mesa cuyo mármol blanco estaba salpicado por máculas de café. Recuperemos el tiempo y el ambiente de aquellos locales, que es recuperar parte de la historia de Madrid.
Ángel del Río, Cronista Oficial de la Villa, narra en primera persona aquella bohemia madrileña que conspiraba y se divertía en torno a una mesa o un diván de terciopelo. Aquí nos toparemos con personajes muy conocidos de la vida capitalina, políticos de toda ideología, jóvenes revolucionarios, poetas, toreros y artistas. Todos ellos hacían de estos lugares unos auténticos mentideros públicos, como los que dominaron Madrid centurias atrás.
Localizaremos en ellos hechos históricos, episodios costumbristas y situaciones que se meen entre el esperpento y la frivolidad típicas de la época. Podremos dialogar con Valle-Inclán, penetrar en la Cripta Sagrada del Pombo, acompañando a Ramón Gómez de la Serna, reírnos con las ocurrencias de madame Pimentón, a la puerta del Gijón; escuchar a Albéniz y Arbós en Platerías, cruzarnos con Bécquer en el Suizo, hallar en animada charla Benavente en el Levante, ver salir a Cánovas del Ayala y a más. Muchísimos más. Un paseo perfectamente relatado e ilustrado con imágenes antiguas que hará revivir la memoria de muchos de los locales que marcaron, tiempo atrás, el humeante latido de Madrid.
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