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Pese a las reformas en la zona que se fueron sucediendo en el tiempo, la nueva ordenación y pequeñas obras de adecentamiento, la conocida primitivamente como plaza del Arrabal, ya mentada popularmente como Mayor, seguía siendo un espacio desordenado, sucio, anárquico. Algo que no correspondía con el lugar que ocupaba en una villa, que como sede de la Corte, se estaba modernizando, situación que preocupaba de forma muy especial a Felipe III, primer rey nacido en Madrid. Primer monarca madrileño, quien determina que se construya una nueva plaza “que se corresponda con el rango que exige una ciudad como Madrid”: Ante esta situación, que en el mismo lugar se construya una plaza más amplia, moderna, dotada de importantes edificios, capaz de concentrar toda la actividad, mercantil de la Villa. Las obras comenzaron en 1617. De la anterior, solo quedó la Casa de la Panadería.

Es curiosa la descripción que de la plaza hace Ramón de Mesoneros Romanos: “Tiene su asiento en medio de la villa actual, formando un espacio de 434 pies de longitud, 334 de latitud y 1536 en la circunferencia, y antes de su última renovación ofrecía una gran simetría en su caserío, que constaba de cinco pisos, sin los portales y bóvedas, con 75 pies de alto y 30 de cimientos y con salidas descubiertas a seis calles y tres con arcos; en sus cuatro frentes había 136 casas con 447 ventanas con balcón y habitación para 3700 vecinos, pudiendo colocarse en ella, con ocasión de fiestas reales, hasta 50.000 espectadores. Los frontispicios de las casas eran de ladrillo colorado, y estaba coronada por terrazos y azoteas cubiertas de plomo y defendidas por una balaustrada de hierro. Ésta y las cuatro hileras de los distintos pisos, estaban tocadas de negro y oro, todo lo cual y su rigurosa uniformidad le daban un aspecto verdaderamente magnífico».

Plaza Mayor de Madrid, proyecto de Juán Gómez de Mora

Para la construcción de esta plaza se fijó un presupuesto, “que resultará inalterable” y que será de 200.000 ducados. En algunos círculos se cuestionó gastar tanto dinero, cuando la ciudad tenía otras necesidades perentorias para mejorar la vida de sus ciudadanos. Finalmente, a la conclusión de las obras, el costo total se había elevado a 900.000 ducados, cifra con la que coincide el cronista Ramón de Mesonero Romanos.

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Plaza Mayor de Madrid, cuatrocientos años de historia