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Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), la cumbre más alta de la literatura española, nació en Alcalá de Henares y residió los últimos años de su vida en Madrid, donde no tuvo casa propia, sino que vivió de alquiler, residiendo en diversas viviendas.

En 1604 se encuentra en Valladolid, donde se hallaba la corte de Felipe III. Aquí se vio envuelto en un proceso al morir a la puerta de su casa un caballero, pero al no encontrase cargos contra él, fue puesto en libertad. Al año siguiente se publica su gran obra: el Quijote.

Sin embargo, las estrecheces económicas le persiguieron hasta el final de sus días. En 1608, tenemos constancia de que se encontraba ya en Madrid y moraba en la Calle de Atocha con su familia. Un año después se trasladó a la Calle de la Magdalena y, más tarde, se cambió al Barrio de las Letras, donde residió hasta el final de sus días en varias casas. Primero en la Calle del León, después en el número 18 de la Calle de las Huertas y más tarde, en la Plaza de Matute. Por último en la Calle de Francos esquina con León.

Este último edificio en la Calle de Cervantes, número 2, que fue su residencia durante sus últimos años, fue demolido en 1883, en una de las muchas especulaciones inmobiliarias que se ha llevado a cabo en Madrid, a pesar de la defensa que había hecho Mesoneros Romanos sobre su conservación.

Al año siguiente, en el nuevo edificio decimonónico, se colocó una lápida conmemorativa con la efigie de Cervantes que reza así: “Aquí vivió y murió Miguel de Cervantes Saavedra, cuyo ingenio admira el mundo. Falleció en MDCXVI”. La calle de Francos fue cambiada de nombre, denominada desde entonces como Calle de Cervantes.

No podemos dejar de mencionar que, no muy lejos de aquí, se encuentra una estatua de bronce, erigida a la memoria de Cervantes en la Plaza de las Cortes, dentro del Barrio de las Letras. La realizó el escultor catalán neoclásico Antonio Solá (1780 – 1861) que ganó el concurso convocado por José Bonaparte. Cervantes aparece de pie con un rollo de papeles en su mano derecha, mientras que con la izquierda empuña una espada. En el frontal hay una placa en latín. En las caras laterales del pedestal hay bajorrelieves con las fugaces de Don Quijote y Sancho Panza.

Texto incluído en nuestro libro Paseos por el Madrid de los Austrias

Paseos por el Madrid de los Austrias